Se ha terminado el sueño mundialista. Colombia vuelve a casa después de perder con Inglaterra 2-1, en un partido que se definió por dos errores individuales que le dieron la victoria y el paso a la semifinal del torneo a las europeas.
Primero hay que decir que Colombia ha cumplido con creces las expectativas y los objetivos planteados para el Mundial. Desde la clasificación a cuartos, era evidente que lo que consiguiéramos en adelante entraba en el terreno del milagro futbolístico.
Nos presentábamos en un contexto con siete equipos que superan a las nuestras en historia mundialista, infraestructura, e inversión. Muchas cosas tenían que salir bien para seguir avanzando.
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Hasta el minuto 44 del primer tiempo, cuando nos pusimos en ventaja con una genialidad de Leicy Santos, el partido se jugó como quiso Colombia. Intenso, táctico y con uno que otro destello que podía crearle peligro a Inglaterra. El gol suponía un golpe para el rival pero lo sintió más Colombia, que se tiró unos metros para atrás y le dio la pelota al rival.
En desventaja, y con un poco más de espacio, las europeas sacaron la chapa y empezaron a jugar. Fueron diez minutos de un vendaval inglés en el que Colombia no pudo encontrar desahogo para sostener el partido más adelante y terminó con Catalina Pérez cometiendo un error inexplicable que empató el partido.
El segundo tiempo arrancó en manos de Inglaterra con más espacio por dentro. Colombia sintió el golpe del empate sobre el final del primer tiempo. El partido terminó de ponerse cuesta arriba cuando Daniela Arias salió a apretar un balón en el que pudo haber aguantado, y le dejó el rebote libre a Russo para el segundo. Sin mayor recambio de peso en el banco y pocas variantes tácticas, Colombia se aferró a su amor propio y empujó a Inglaterra contra su arco sin mayor fortuna.
Sería cómodo decir que la semifinal se nos fue únicamente en dos errores puntuales. El Mundial tiene muchos matices, y era previsible que en algún pasaje del torneo llegaran los errores individuales. Colombia sólo tuvo un plan de juego y la diferencia se notó ante la necesidad de recambio individual y variantes tácticas en un contexto que implicaba reaccionar con el marcador en contra.
Nos vamos del Mundial tras perder contra el vigente campeón de Europa, habiendo hecho una presentación valiente e inteligente. Quedan más certezas que dudas en cuanto a nuestro potencial en Suramérica, y habrá que seguir trabajando para poder obtener resultados consistentes y mantener la línea de crecimiento.
Tres concLusiones y una felicitación
Colombia tiene en Linda Caicedo la fortuna de contar con un talento generacional que no puede desaprovechar. A los 18 años, parece no tener techo y tenemos una generación de reparto con la suficiente calidad para poder lograr resultados importantes.
El fútbol femenino colombiano está listo para explotar, pero necesita inversión, infraestructura y un programa serio de cara a los próximos diez años. Pensar en que simplemente se trata de juntarlas y tendremos una presentación como la que acabamos de tener es ingenuo. A partir de ahora, habrá que hacer muchas cosas bien para poder volver a estar dentro de los ocho mejores del mundo. El fútbol femenino va progresando a pasos agigantados y este Mundial le mostró el camino a muchos países que no pararán de mejorar.
La cultura del fútbol femenino colombiano mostró frescura y mucho amor por la camiseta. Las jugadoras y el cuerpo técnico merecen ser reconocidos públicamente y recibir —en su totalidad— el premio económico que les prometieron. Sin embargo, no nos engañemos, el equipo llegó lejos con un sólo plan para afrontar los partidos. Para estar cerca de ganar un Mundial, hay que disponer de muchas más armas y alternativas en cuanto a planificación, jugadores, y variantes tácticas.
La disposición, ahora más que nunca, debería ser de halagos hacia afuera, pero autocrítica, humildad, y honestidad sobre nuestras falencias de puertas para adentro. Ganar un Mundial no debería ser la meta final. Muchos equipos, muy buenos, llevan años invirtiendo en infraestructura y desarrollo, y no lo han ganado aún (Brasil, Suecia y Francia, por ejemplo). Hay que trabajar para tener una posibilidad real y concreta de ganarlo cada 4 años. Esa es la primera meta.
Un capítulo aparte para los hinchas colombianos. La convivencia entre los hinchas y el equipo durante este mes de la Copa del Mundo fue increíble. En hora buena para todos los que fueron a los estadios a apoyar, para los que se levantaron en la madrugada a ver al equipo, y para los que creen y apoyan esta selección femenina. Fue un mes refrescante, con un equipo que da señales de lo que podemos ser. Por un sueño que termina, pero el comienzo de una aventura que nos mantenga ahí, peleando entre los mejores del mundo.