Fue una de las grandes promesas del fútbol colombiano y en el que existían grandes esperanzas. Diferentes situaciones hicieron que no se puediera consolidar, en especial las graves lesiones. Pudo marcar un gol de antología y falló en el último momento, hasta Maradona alguna vez le mostró su admiración.
Desde su niñez en el barrio El Cañarte de Pereira se vieron sus grandes dotes con el balón, parecía un malabarista. Pasó por todas las divisiones del Deportivo Pereira y la Selección Risaralda, rompió varios récords en torneos juveniles y alguna vez en un preliminar hasta el mismo Willington Ortiz quedó asombrado por su talento. Se trata de John Edison Castaño que a finales de 1983 y con solo 16 años debutó como profesional con los “matecañas”.
Futbolistas colombianos que se quedaron en promesas
En enero de 1985, Colombia viajó a Paraguay al Sudamericano Sub 20. Luis Alfonso Marroquín era el técnico y la verdad no había mayor expectativa con el equipo. El D.T le dijo a Castaño: “Usted va a ser el mejor jugador del Sudamericano y lo va a lograr porque va a llevar la número 17; ni la 10 ni la 11 ni la 7. No lo van a ir a marcar, van a ir a buscar el 10”, recordó el pereirano en una entrevista con la Revista Bocas.
René Higuita, Jairo Ampudia, James Rodríguez (Papá), Felipe Pérez, Jhon Jairo Tréllez, entre otros hacían parte del equipo. Colombia ocupó el tercer puesto por detrás de Brasil y Paraguay y Castaño fue la gran revelación del torneo. Cuando regresó al país se enteró de que el Pereira lo había vendido al América por 5 millones, aunque según el atacante la cifra real era de 15 millones y no le dieron toda su parte. Era una buena noticia ya que su papá amaba a “La Mechita”.
América tenía una gran nómina y a los Rodríguez Orejuela solo les importaba contratar a los mejores jugadores y que muchas veces no eran usados por el Dr. Gabriel Ochoa Uribe. Castaño llegó tarde al primer entrenamiento, empezó con pie izquierdo y además el D.T le dejó claro que tenía que hacer fila porque por encima estaban: Juan Manuel Battaglia, Willington Ortiz, Ricardo Gareca, Hernán Darío Herrera, Anthony de Ávila…y eso que Castaño jugaba como “10” o por extremo en cualquier costado.
Al Mundial Sub 20 de la Unión Soviética llegó con neumonía, dice él, la preparación se hizo en Bogotá y cuentan que varios jugadores viajaron enfermos. John Edison le marcó a Túnez y en cuartos de final cayeron goleados 6 – 0 contra Brasil. Por otro lado, en América nunca se logró afianzar. Muchos hablan de su indisciplina, el propio Castaño ha aceptado que hasta probó la droga, pero nunca fue un vicioso y se dijeron muchas cosas de él que no eran ciertas. Su mayor problema era mental, gastaba el dinero en lujos, en ayudar a otras personas y nunca tuvo un proyecto de vida.
Con ganas de jugar logró que lo prestaran a Atlético Nacional en 1987 por pedido de Francisco Maturana en su equipo de “los puros criollos”. Enfrentando a Millonarios en Medellín la rodilla no le respondió cuando iba a hacer uno de sus imparables enganches, se rompió los meniscos y se fracturó el cóndilo femoral. Tuvo que pasar casi un año para que volviera a las canchas y regresó al América. A Castaño lo vieron en Cali en unos partidos amistosos y lo llevaron a Racing de Avellaneda a mediados de 1989.
Castaño debutó ante Rosario Central y llamó la atención de los hinchas por su calidad. Luego enfrentaron a Boca Juniors por los cuartos de final de la Supercopa Sudamericana y a pesar de perder 1 – 2 de local de nuevo dejó grandes muestras de fútbol. En el Luna Park de Buenos Aires se hizo un evento comercial, al colombiano lo invitaron y cuando le presentaron a Maradona el ídolo argentino le dijo: “Te he visto, jugás como yo”. Castaño le respondió: “No, usted juega como yo”.
Logroñes de España se interesó por Castaño y lo emisarios recibieron una respuesta contundente: “Es intocable porque es del América de Cali, de unos narcotraficantes de Colombia”. Solo tenía 21 años en 1989 y su carrera parecía tomar un gran impulso. La desgracia volvió a llegar cuando en un entrenamiento un juvenil le hizo una fuerte falta y de nuevo la misma rodilla derecha se vio seriamente afectada. En 1990 recaló en Santa Fe, no se adaptó a Bogotá y además se estaba separando de su pareja. El resto de la década del 90 la pasó en Deportivo Cali, Huila, Tolima, Quindío, Once Caldas y regresó a Pereira. Con 32 años se cansó de tomar medicamentos para su rodilla y “colgó los guayos”.
Su mejor momento fue ese Sudamericano de 1985 cuando muchos pusieron las esperanzas en él. En un partido ante Uruguay: “Arranqué desde el cuarto de cancha de nosotros, saco uno, saco otro, dos uruguayos se me vienen, les tiro el balón largo, los dejo regados, viene y se me encima el arquero, pero lo eludo, los saco por primera vez, hago un regate, llevo al arquero hasta la raya, me persigue, me lo saco de nuevo, se viene un central, lo eludo, fácil, y cuando voy a patear, se me viene otro jugador y por disparar rápido boté el gol”. Al regresar al país el presidente Belisario Betancourt lo recibió con honores y le dijo: “Castañito ¿por qué no lo hiciste?”.
Presidentes colombianos que eran hinchas de un equipo de fútbol