El único en jugar dos finales del Mundial con selecciones diferentes

Jugar el partido definitivo en una Copa del Mundo es un honor que pocos tienen como futbolista y en la historia del país. Pues existió un jugador que tuvo este privilegio dos veces y con dos camisetas diferentes. Una vez salió perdedor y la otra ganador.

Luis Monti nació en 1901 en Buenos Aires, este defensor surgió en los clubes del sur de la capital porteña, Huracán y San Lorenzo, equipos con los que salió campeón en cuatro ocasiones en la década del 20. Con la Selección Argentina disputó la Copa América de 1927 que en ese momento se llamada Campeonato Sudamericano. En Perú fue campeón en el torneo que disputó con Uruguay, Perú y Bolivia.

Entró en la historia de la ‘albiceleste’ por ser el primer futbolista en anotar un gol para Argentina en una Copa Mundial. Fue en el campeonato de Uruguay 1930, en el partido debut del cuadro ‘gaucho’ frente a la selección de Francia. En aquel torneo también anotaría un segundo gol en las semifinales frente a Estados Unidos. Jugó la gran final en Montevideo y los locales se impusieron 4 – 2.

Tras la decepción de haber perdido la final del mundo, Monti viajó a Italia al ser fichado por la Juventus. Estando en el país europeo, y contando con la ciudadanía italiana, fue llamado en 1934 para disputar la Copa Mundial que se celebraría justamente en su territorio.

Aquella escuadra italiana contó con cinco jugadores nacionalizados, pues era un objetivo del régimen de Benito Mussolini hacerse con el rótulo de campeones mundiales. La historia sobre lo que estuvo detrás de aquel Mundial es conocida en el mundo del fútbol, lo cierto es que Luis Monti disputó con la ‘azzurra’ los cinco partidos del torneo, incluyendo la dura final frente a Checoslovaquia.

Ese día se convirtió en el primero, y más seguro único jugador, en jugados dos finales del mundo con diferente selección. A diferencia de 1930, Monti pudo salir campeón del mundo en su segunda copa disputada, pues el cuadro italiano se impuso 2 – 1 a los europeos en tiempo extra.

De esta manera, el defensa ítalo-argentino estableció un récord difícil, casi imposible, de superar. En aquella época no existía la restricción de que si un futbolista jugaba un partido oficial con una selección ya no podía vestir la camiseta de otra selección.