Max Caimán: La insólita mascota de la Selección Colombia y sus ridículas historias

Colombia vivía un éxtasis previo al Mundial de USA 1994 y los patrocinadores querían aprovechar su cuarto de hora con la Tricolor. Se inventó un personaje que iba a dar buena suerte y Julio Correal, que se disfrazó en Estados Unidos, puso su esperanza para salir de la quiebra. Todo terminó mal en la Copa del Mundo, con una gran tragedia y hasta la mascota terminó señalada.

El equipo de moda

“El toque-toque de Max Caimán le da suerte a la selección, te lo dice Wilson Pérez”, decía el comercial de televisión. Colombia era la selección de moda luego de ganarle a Argentina 5 – 0 en 1993 por la última fecha de las Eliminatorias. Favorita a ganar la Copa del Mundo, dicho por el propio Pelé, todos los meses previos el equipo no vivió una preparación, sino más bien una gira de espectáculo. Disputó 21 partidos amistosos de enero a junio en países como: Venezuela, Arabia Saudita, Italia, Estados Unidos, México y Panamá. No solo enfrentó selecciones, asimismo lo hizo con clubes: Fiorentina, Sao Paulo, Bayern Múnich, Eintracht Frankfurt, Milán y Palmeiras.

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Los más felices eran los patrocinadores que estaban facturando por todo lado ¿Por qué no crear entonces una mascota? Apoyados por Bavaria, en cabeza de Augusto López, El Tiempo, Caracol, el empresario Felipe Santos y otras marcas nació Max Caimán en marzo de 1994. Era un lagarto con camiseta de la Selección Colombia y una gorra roja. El merchandising apuntaba a todos lados. Un álbum con láminas, esferos, copas, camisetas y con tapas de Pony Malta se podía reclamar el muñeco que al final “piratearon” y vendieron hasta en los semáforos. De otro lado, El Tiempo todos los martes traía una historieta y los domingos daba pistas de objetos que Max Caimán había perdido y los hinchas debían encontrar. Además en la programación de Radioacktiva, emisora juvenil, también se decían las pistas del concurso.

¡A salvar el mundo!

Carros Fiat Uno Mille, pasajes ida y regreso vía Avianca a San Andrés para dos personas, computadores IBM PS1, televisores en color RCA, máquinas de coser Pfaff, electrodomésticos Braun y cajas de productos Puyana y Cía, eran los jugosos premios. Los creadores de la historieta se “quemaron las pestañas” con la trama. Hace 65 millones de años existía una ciudad moderna llamada Saurópolis donde se jugaba ‘colabol’. En el Sauracaná se jugaba la final y al Agente MC2 le encomendaron la tarea de viajar a futuro para conseguir un selección que enfrentara a los Androides Superprogramados. Si perdían el partido el jefe Tronk acabaría con el planeta Tierra.

El Agente MC2 aterrizó en New York el 5 de septiembre de 1993 y vio como un borracho celebraba el 5 – 0. Decidió viajar a Barranquilla, llamarse Max Caimán y ponerse sobrero ‘vueltiao’. Se ganó la confianza del “Pibe” Valderrama al pronosticarle que Junior iba a ser el campeón ese año con un agónico gol del “Nene” Mackenzie… así empezaba la historieta. Al mismo tiempo los genios publicistas le dieron poderes al muñeco que se vendía y regalaba Pony Malta, si uno le rascaba la barriga antes y durante el partido le daba suerte a la Selección Colombia. Bavaria, Caracol y Felipe Santos vieron una supuesta mina de oro allí y mandaron a hacer 500.000 de estos muñecos en China.

Julio Correal, el caimán y domiciliario de la Selección

Al ser la mascota oficial de la Tricolor debía volverse real y viajar con el equipo. Felipe Santos le encomendó esta tarea a Julio Correal, reconocido años después por ser el manager de Aterciopelados y crear diversos eventos musicales en el país. Santos y Correal habían perdido mucho dinero luego del concierto de Guns N’ Roses en Bogotá en 1992 y Max Caimán podía ser la salvación. A Correal lo mandaron en mayo de 1994 a Estados Unidos a una serie de amistosos que iba a jugar el equipo en Miami (Milán), Boston (Irlanda del Norte) y New Jersey (Grecia). Él debía llevar el traje y conseguir a alguien que se pusiera el disfraz y pagarle unos 100 dólares. Correal estaba recién casado y esperando una hija por lo que decidió él mismo disfrazarse y ganarse el dinero.

La creatividad en la historieta no tenía límites. “Chonto” Herrera conquistó a Claudia Schiffer y Jhon Jairo Tréllez a Madonna. Leonel Álvarez tuvo que reunirse con Mijaíl Gorbachov e Iván René Valenciano se volvió amigo de Axel Rose de Guns N’ Roses. El real, Julio Correal, llegó a cambiarse al camerino de la Tricolor y Francisco Maturana quiso echarlo: “¡Esta es una selección seria!”. No parecía tan seria, porque el Tino Asprilla lo animó: “Hágale ‘guevón’, no le ponga atención a ese man”. Lo mismo le dijeron otros jugadores y Correal se puso el incomodó disfraz de espuma. Salió a la cancha con el equipo, se aseguró que la cámara lo filmara, o si no no le pagaban, y se marchó antes de que Maturana lo regañara.

Ahí no terminaba la tarea de Julio Correal. A medianoche recibía llamadas a su habitación de algunos jugadores para que les llevara hamburguesas, pizzas y bebidas. A Max Caimán los futbolistas lo “invitaron” a almorzar después para que se diera cuenta la comida que les daban: “una pasta sin sabor, carne sin sabor, verduras al vapor…”, recordó Julio Correal en una entrevista con ‘Juanpis González’. En la historieta apareció el antagonista Nikolai Lios que controlaba a las bestias cibernéticas que iban a jugar el partido. Claramente era una parodia a Nicolás Leoz, presidente de la Conmebol.

La mala suerte de Max Caimán

El 18 de junio de 1994, Colombia debutó con derrota 1 – 3 ante Rumania en el Mundial. Los de carne y hueso no repitieron lo de la historieta donde hace 65 millones de años el equipo iba perdiendo 15 – 0 y luego remontó para ganar 21 – 20. La leyenda cuenta que Augusto López, presidente de Bavaria, preguntó si Max Caimán se encontraba en Estados Unidos con la selección, al enterarse que no mandaron a Julio Correal de urgencia a Los Ángeles un día antes del duelo contra Estados Unidos. Correal viajó con su gran tula, le tocó hospedarse en un hotel de “mala muerte” y hasta conseguir una boleta revendida.

Ni los muñecos de Max Caimán a los que rascaban, ni el Max Caimán real en las tribunas del estadio sirvieron porque Colombia cayó 2 – 1 ante Estados Unidos. Se acabó la ilusión y no solo para la Selección Colombia. A Julio Correal le pagaron parte de sus servicios que cientos de muñecos de Max Caimán que no le sirvieron de mucho y de los 500.000 que trajeron de China apenas se vendieron la mitad. Los más felices fueron los cientos de ganadores, en especial los de los carros Fiat Uno Mille, pero Max Caimán quedó como parte del recuerdo de esa nefasta Copa del Mundo. En la historieta Max Caimán logró salvar al mundo, pero en la vida real a Colombia no la salvaba ni Superman.