Lanús y Deportivo Independiente Medellín se disputan un cupo a las semifinales de la Copa Sudamericana. El duelo de ida ya se cumplió y se vivió con agradable clima en la zona sur del Gran Buenos Aires, un estadio con una buena cantidad de público fiel al granate y cientos de seguidores del poderoso de la montaña que también llegaron hasta La Fortaleza.
A pesar de que el resultado fue un 0-0, el gran perdedor de esa noche fue Lanús. Sí, perdedor porque las oportunidades fueron de ellos y ninguna se concretó; hicieron dos goles y ninguno valió. Les marcaron un penal, que luego revirtieron. Todo esto desde el VAR y con respaldo del juez brasilero Wilton Sampaio. Jugadas muy polémicas y con mucha indignación para los espectadores argentinos y muy finas, pero salvadoras para el DIM.
Desde el juego, lo poco que puedo decir es que Lanús, el campeón de esta misma competición en 2012, manejó el juego como quiso, sobre todo, en el primer tiempo. Lautaro Acosta, uno de sus máximos referentes, afirmó estar tranquilo y sabe que en Medellín será diferente. Y sí que se le notó la tranquilidad en su declaración porque es un jugador tan temperamental que no le pesa decir nada cuando se siente perjudicado.
Lo cierto es que Alejandro Restrepo y sus dirigidos la sacaron muy barata en su visita a Lanús; se vieron replegados, generaron poco y apenas tuvieron un par de llegadas al arco custodiado por Nahuel Losada, pero como dijo Laucha, en Medellín será diferente, a otro precio. El DIM vuelve a su casa, tras haber enfrentado la llave anterior en Pereira, el Atanasio Girardot y la hinchada poderosa lo esperan para jugarse todo y dejar el alma porque, me imagino que no contemplan quedarse sin nada.
Una hinchada poderosa que está ansiosa y necesitada por celebrar un título, se aferra a la esperanza y al deseo de cada uno de los jugadores y miembros del cuerpo técnico para seguir soñando con La Gran Conquista. Aún faltando camino por recorrer, hasta yo me alcanzo a ilusionar porque por esas cosas de la vida, los he cruzado en diferentes partidos en esta travesía. Algunas sonrisas se escapan inevitablemente porque sin haber vínculo de por medio “otra vez nos encontramos”.
Y la verdad es que también me genera entusiasmo la idea de que un equipo colombiano esté en estas instancias de un torneo internacional y pueda soñar con seguir avanzando. El cuadro antioqueño es Colombia entera en estos momentos, es el único sobreviviente al paupérrimo nivel del fútbol colombiano cuando de competir en el extranjero se trata. Es la representación del balompié cafetero, guste o no.
Este miércoles, cuando la pelota ruede en el Estadio Atanasio Girardot, seré una más con el mismo deseo del hincha poderoso que vaya a alentar al Deportivo Independiente Medellín; espero verlo entre los cuatro mejores que luchen por llegar a la final de la Copa Sudamericana. Espero que los seguidores del rojo paisa no se despierten del sueño que están viviendo porque si hay una hinchada que ha sabido esperar para gritar campeón otra vez es la del DIM y, aunque no sea mi equipo, yo estaré feliz.