¿Envenenaron a Passarella para que no jugara el Mundial de 1986?

El defensor es el único argentino que hizo parte de las dos nóminas de la albiceleste que han ganado la Copa del Mundo. Sin embargo, vivió las dos caras de la moneda: En 1978 fue capitán y en 1986 se la pasó hospitalizado.

Desde que Carlos Salvador Bilardo asumió como técnico de la Selección Argentina en 1983 tuvo problemas con algunos históricos jugadores. La tensa relación era especialmente con Ubaldo Matildo Fillol y Daniel Passarella, muy cercanos al técnico César Luis Menotti campeón en 1978. En aquel momento Argentina se dividía futbolísticamente entre la filosofía “Menottista” y “Bilardista”.

Bilardo le quitó la capitanía a Passarella y se la dio a Diego Maradona que tenía 7 años menos. A pesar de esto el defensa continuó a “regañadientes” como titular de las Eliminatorias en incluso generó la jugada de gol que le dio la clasificación a Argentina para el Mundial de México. En el Monumental de Buenos Aires los locales perdían 1 – 2 ante Perú y pocos minutos antes del final Passarella bajó un balón con el pecho, remató en el palo y Ricardo Gareca aprovechó el rebote para anotar.

Gran parte de la prensa pedía la salida de Bilardo como técnico ante el mediocre juego del equipo. Pocos días antes de viajar al Mundial jugaron en Barranquilla un partido amistoso contra el Junior y empataron sin goles. Ese día hubo una fuerte reunión entre varios jugadores donde se dijeron de todo, entre ellos Maradona y Passarella.

Pocos días antes de debutar contra Corea del Sur en la Copa del Mundo, la delegación argentina fue a comer al restaurante “Mi Viejo”. Después de esta cena se intoxicó Passarella y nadie más. Días antes el histórico zaguero le dijo al técnico: “Yo ya sé que vos no me querés. Voy a citar una conferencia de prensa para decir que tengo problemas familiares y me vuelvo para Italia… Yo no vengo para ser suplente”.

El dueño del restaurante era Eduardo Cremasco, ex compañero de Bilardo en Estudiantes de La Plata y amigo. Muchos comenzaron a sospechar, y hoy sostienen, que el técnico mandó a envenenar a su jugador y así quedaba “bien” con todos, pues Passarella no podría jugar por cuestiones de fuerza mayor.

La versión de Bilardo dice que contrató al mejor gastroenterólogo de México para que lo tratara. Passarella cree que no lo atendieron ni medicaron bien y pocos compañeros iban a visitarlo al hospital. El ex River Plate tenía bronca porque había tenido una de sus mejores temporadas con Fiorentina y el Inter de Milán estaba listo para ficharlo.

Antes de los cuartos de final contra Inglaterra, Passarella ya estaba listo para volver. Sin embargo, una vez más recayó de la enfermedad y debió volver a hospitalizarse. Fue tan grave el problema que luego de que Argentina ganara el Mundial debió quedarse más de una semana en México recuperándose y no pudo celebrar con los aficionados en su propio país.

Nueve meses antes México había sufrido un grave terremoto que produjo problemas de salubridad. A todo mundo aconsejaban no consumir agua de la llave ni para lavarse los dientes y hacer todo con agua embotellada. El médico de la Selección Argentina en algún momento explicó: “Passarella fumaba y tomaba whisky por las noches y pensó que los cubitos de hielo no le iban a hacer nada. Su problema en el 86 comenzó por el hielito del whisky”.

Cada día salen nuevas versiones a favor y en contra de cada uno. Se ha culpado al agua del restaurante, a una gaseosa, a la carne y al propio descuido de Passarella. Lo único claro es que el ex jugador catalogó ese Mundial como el momento más difícil de su carrera futbolística. 

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Editorial El Cinco Cero