¿Será que así se siente el nacimiento de tu primer hijo? Imaginas, planteas, piensas en miles de escenarios. Miles de contextos positivos y negativos. También creo que así se debe sentir el día antes que te vas a casar; te imaginas si va a funcionar o no, si será para siempre o será efímero. Tal vez parezcan los mismos nervios de una primera cita con esa persona especial. Te preguntas si se hará realidad todo lo que proyectas a su lado.
Algunos de estos nervios los he sentido, otros no, pero seguramente alguien más sí. Nervios…emociones…qué sería de nuestra vida si no los sintiéramos en el estómago. Aunque esta sensación de ahora es diferente, es una cita con la historia.
Antes que nada, mi corazón se pintó de amarillo, azul y rojo antes que de cualquier otro color. Cuán afortunados y especiales somos los colombianos que le dedicamos un rincón a nuestra amada selección. Sabemos que cuando juega es un día diferente. Nos sentimos diferentes. Nuestra emoción y adrenalina se incrementa desde que despiertas hasta el momento del partido.
No puedes dormir la noche anterior pensando en el partido, cuando despiertas ese es tu primer pensamiento y todo lo que hagas, no tendrá sentido porque estarás pensando en el momento de ver a la Selección Colombia. Tenemos la dicha de olvidar todo lo negativo que ocurre y unirnos por un escudo, una bandera, unos colores. El vecino, el amigo, la familia. Todos juntos con la camiseta puesta.
No estoy tan seguro de que esto ocurra en otros países, el que todo gire en torno a la tricolor, vestirla desde temprano, que nos haga olvidar preocupaciones y amigarnos con el que no nos llevábamos tan bien es muy nuestro. Muy colombiano. Para ti, que estás leyendo esto, sabes de lo que hablo y lo que se siente.
Uno de los recuerdos más felices de mi niñez ocurrió el 29 de julio de 2001. Vi el arranque de aquella final con México con un amigo de la cuadra, en su casa y luego, terminamos en la mía.
Instantes después de haber conseguido el tan anhelado título de Copa América, lo que más tengo presente es estar saltando en un rincón de mi casa por dos grandes razones: por primera vez en nuestra historia, éramos campeones de América, en nuestra casa, con nuestra gente. Y mi segundo recuerdo es que el día después era cívico y no tenía clases. Estaba muy emocionado con este punto.
Veintitrés años pasaron de esto, para ti y para mí, mucha gente se fue de nuestro lado y otros, aún permanecen. Aún no sé qué se siente casarse, ni tener un hijo, pero lo que sí sé es que este 14 de julio retrocederé el tiempo 23 años y volveré a ser ese niño emocionado, aunque ya no por el día cívico, sino por volver a ser feliz.
Dicen que el fútbol, el deporte y la vida son un escape a la realidad, pero no lo veo así. No hay nada más fehaciente y puro que la felicidad.