La antigua Copa del Mundo, Jules Rimet, fue robada el 19 de diciembre del año 1983. Ocurrió en Río de Janeiro, en la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol, donde había una réplica junto a la copa original, que Brasil ganó en 1958, 1962 y 1970.
Se trató del Trofeo Jules Rimet, llamado así en homenaje al presidente de la FIFA entre 1921 y 1954. Primero se conoció como Trofeo Victoria y en 1946 cambió de nombre para honrar al directivo que contribuyó con la creación y organización de la Copa del Mundo. Esta edición del galardón fue la primera y se entregó desde 1930 hasta el año 1970, por lo que Brasil se quedó con la copa original tras salir campeón del Mundial en México 70.
En 1966 ya había sido robada y recuperada sin mayores daños, por lo que la FIFA decidió hacer una réplica para las celebraciones de equipos y las exhibiciones. “Eso en Brasil nunca hubiera ocurrido. Incluso los ladrones en Brasil consideran la Copa sagrada y robársela hubiera sido un sacrilegio” dijo en su momento Abrain Tebel, directivo de la CBF.
Los responsables del segundo robo fueron José Luis Vieira y Francisco Rocha, conocidos con el seudónimo de Bigote y Barbudo. Vieira y Rocha entraron a la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), en Río de Janeiro, sobre la medianoche del 19 de diciembre de 1983, ataron al personal de seguridad y saquearon la copa. El trofeo estaba en una vitrina resistente, pero por su base de madera pudieron hurtarlo.

Foto tomada de internet
El fiscal del momento inició la investigación, primero interrogó a un conocido ladrón de cajas fuertes en Brasil, Antonio Setta, quien confesó que le ofrecieron robar el trofeo, pero no lo hizo debido a que su hermano falleció por un paro cardíaco en el partido en que la ‘Canarinha’ ganó la Copa del Mundo en 1970 y no le pareció correcto. Sin embargo, Setta dio testimonio de la persona que lo contactó para el robo: Sergio Peralta, un representante de Atlético Mineiro cercano a la CBF, que conocía los detalles del trofeo y sabía que la copa exhibida era la original.
La policía dio con Sergio Peralta, quien terminó delatando a su vez a Bigote y Barbudo. Las autoridades detuvieron así al autor intelectual y a los autores materiales del robo, sin tener rastro de la copa. Los ladrones declararon que había un cuarto implicado: Juan Hernández, un joyero argentino que vivía en Río de Janeiro y era conocido como un gran vendedor de oro robado. El trofeo nunca fue encontrado, los responsables del robo fueron condenados a 9 años de prisión y el joyero a tres.
Sobre el destino de la copa no hay nada más que rumores. La investigación policial indicó que se fundió y se vendió como oro regular sin mayor prueba de ello, los relatos populares dicen que se le vendió a un coleccionista italiano o que, incluso, la copa está por ahí, completa y esperando a ser encontrada.