El 2 de septiembre de 1961 nacía un niño en Santa Marta que no iba a ser común y corriente. En ese preciso instante fue tocado por la varita mágica, esa misma que escoge a los distintos y Carlos Alberto Valderrama Palacio sí que es uno de ellos.
El volante creativo -de esos que ya casi no hay- hizo rendir a sus pies al Monumental de Buenos Aires en el mítico 5-0. Ese número 10 que militó en Francia, en España, en Estados Unidos y en Colombia, supo lidiar con la presión de un estadio a reventar, ante la mirada de millones de argentinos y guiar a la selección Colombia a su segundo mundial de manera consecutiva.
En esos instantes donde se separan los niños de los hombres, el mejor jugador de la Copa América 1987, sacó a relucir todo su repertorio futbolístico, ese mismo que mostró cuando debutó en Unión Magdalena y que dinamitó en Junior de Barranquilla durante los años 90. En ese momento con 32 años, Valderrama tomó la batuta y dirigió placenteramente al equipo de Maturana. En la cancha mandaba el samario de bigotes y melena amarilla.
Los inicios del Pibe VALDERRAMA
El hijo de “Jaricho” y de Juana empezó jugando fútbol en el equipo del Liceo Celedón, colegio donde el Pibe hizo su bachillerato. Su padre era el entrenador de aquel equipo, por lo tanto le dió la oportunidad. Inicialmente, Carlos fue delantero, pero con el tiempo se fue acoplando a su posición más natural, la de volante creativo o diez clásico. Con sus emblemáticos botines negros y con solo 19 años, debutó en el equipo de su tierra: Unión Magdalena.
Jugar profesionalmente en los 80 y a esa edad ya era un hito, pero la vida del mono está llena de grandiosos momentos que engrandecen su leyenda. Estar en el ciclón bananero le significó ponerse la amarilla por primera vez, pero en categorías juveniles. Valderrama disputó el Sudamericano Sub-20 de 1981, en Ecuador, solo jugó 4 partidos y brindó una asistencia.
El mejor de la gran dinastía de los Valderrama tuvo un fugaz paso por Millonarios en 1984, desafortunadamente para sus intereses, no tuvo muchas oportunidades para lucirse sobre el gramado. El año siguiente fue al Deportivo Cali de Popović, en el que formaría una de las mejores duplas de la historia del FPC, junto a Bernardo Redín, obteniendo dos subtítulos de la Liga colombiana, detrás del encopetado rival del verde, América de Cali. Todo esto antes de partir al viejo continente y abrir las puertas a muchos más compatriotas.
El diez en el 5-0
Después de 3 días de haber cumplido sus 32 años, el mago de Santa Marta jugó el mejor partido de su gigante carrera. El equipo de Basile llegaba con la imperiosa necesidad de ganarle sí o sí a Colombia, más que para revalidar su bicampeonato de América, para ahuyentar fantasmas que acechaban en el Vespucio Liberti y seguir soñando con la clasificación al Mundial de USA 1994.
Los días y las horas previas al encuentro, se vivieron con gran tensión por parte de los dos equipos. Muchas declaraciones picantes y humillantes de los jugadores argentinos para una Colombia que venía de hacer un gran papel en Italia 90, venía líder, y solo le bastaba con empatar para asegurar su presencia en Estados Unidos 94. Llegado el partido, y como era de esperarse, Argentina salió con gran ímpetu, tratando de avasallar a los cafeteros. Colombia resistió y salió ileso de las escaramuzas de Argentina, que no lograron hacer daño a la portería protegida por Óscar Córdoba.
El Pibe fue el maestro en aquella tarima verde, fue en el encargado de recibir las duras patadas de Simeone, de Redondo, de Rodríguez. Todos se balanceaban contra el 10, pero sí hay algo que supo hacer el Pibe, fue proteger el balón, como si se tratase de una dama de la que está enamorado. Después de recibir, de frenar y de por fin “bajarle la caña” a los gauchos, llegó la primera inyección: Pase fenomenal a Freddy Rincón y definición con el arco vacío, después de dejar en el piso a Goycochea.
En el segundo gol de la tricolor, ya se notaba el nerviosismo de los locales; un equipo totalmente en shock, lo cual permitió que Freddy Rincón sacara ese fenomenal pase para Asprilla, ahí también estaba el Pibe junto a varios jugadores de la albiceleste, lo tomaron como referencia a él, liberó pasillos y permitió que Freddy recibiera sin nadie encima, para poner esa quirúrgica pelota al tulueño.
En el tercer gol, Valderrama conduce desde atrás y en el momento indicado, pone a correr al Tino, que hace lo suyo, luego se ensucia un poco la jugada, y finalmente Leonel Álvarez mete un centro que fue impactado de primera por Freddy Eusebio. El cuarto gol fue obra y gracia de la presión de Asprilla, para terminar definiendo por encima de “Goyco”. El último gol fue la cereza del pastel, el ‘10’ de Pescaito desde propia cancha, con un pase 3 dedos, habilita a Asprilla, quien a su vez asiste al Tren Valencia para decorar y poner el 5-0 certero y colosal. El Monumental aplaudió a Colombia, abucheó y reprochó a Argentina, entre los murmullos de la gente se sentía la vergüenza, la incredulidad y la desazón de recibir la paliza de su vida, su pase agónico al repechaje fue lo que menos les dolió.
La carrera del Pibe
Después de la maravillosa dupla que conformó junto a Redín en el Deportivo Cali, el Pibe partió a Montpellier en 1988. En Francia vivió momentos duros, llegó con gran renombre al país, pero el choque cultural impidió que Valderrama se adaptara rápidamente al fútbol galo. Su estancia en Francia fue de altibajos, pero aún así, logró obtener su primer y único trofeo en Europa: La Copa de Francia de 1990. Al año siguiente, tuvo una experiencia en España, el Real Valladolid fue su casa durante el 91, allí compartió equipo junto a 3 colombianos. Leonel Álvarez y René Higuita en el campo, mientras que en la raya técnica estaba Francisco Maturana, otrora entrenador de la Selección Colombia.
Tras su periplo por Europa, el Pibe volvió a Colombia en el 92, jugó en el Deportivo Independiente Medellín, que era dirigido por Julio Comesaña, con quien iba a tener muchas alegrías en el equipo que alcanzó su mejor performance: Junior de Barranquilla.
En el año 1993, el Pibe llegó con madurez, con experiencia y con fútbol de sobra para hacer su sueño realidad, que era jugar y ser campeón de Colombia con Junior. En el elenco barranquillero obtuvo dos ligas extremadamente difíciles, tenía como contrincantes a los grandes equipos de la época: América y Nacional. Junior de Barranquilla volvió a salir campeón después de 13 largos años, esa camada tiburona marcó una era en el fútbol colombiano.
Liderados por Valderrama, los jóvenes Pacheco, Valenciano y Mackenzie conformaron un equipo de ensueño, en 1993 vencieron 3-2 a América de Cali en un histórico partido, que significó la tercera estrella para el juniorismo, que estuvo a un paso de jugar el partido cumbre de la Copa Libertadores en 1994, cayendo en semifinales por penales a manos de Vélez Sarsfield. Se coronaron en las ligas del 93 y del 95, respectivamente.
En 1996, el Pibe se fue a Estados Unidos, jugó en Tampa Bay, en Miami Fusion y finalmente colgó los guayos en Colorado Rapids. El 12 de abril de 2003 anunció su retiro, y su partido de despedida fue el 1 de febrero de 2004 en el Metropolitano de Barranquilla.
En total, cosechó 5 títulos:
- Una Copa de Francia con Montpellier en 1990
- Dos Ligas con Junior en 1993 y 1995
- Una Conferencia del Este de la MLS en 1996
- Una MLS Supporters Shield en 1996
Con la Selección Colombia disputó los Mundiales de 1990, 1994 y 1998, los 3 como capitán. Fue el emblema de aquellas selecciones que dejaron una huella imborrable.
El legado del Pibe
Más allá de los títulos que pudo haber ganado, al Pibe siempre se le recuerda como un gran líder, uno positivo. Alguien tan alegre, como tan serio. Un tipo al que siempre le gustó ir hacia adelante, asumir los riesgos y tener la certeza de siempre intentarlo, más allá del resultado final. Se ganó el respeto de todos por su clase para jugar, por su astucia para filtrar pases, por encontrar los lugares vacíos y ocuparlos. También se lo ganó por hablar siempre con la verdad, por respetar a sus semejantes, por hacerse cargo de los momentos difíciles. Cuando se habla del Pibe, se habla de elegancia, de galera y bastón, pero por encima de todo, se habla de lo gran ser humano que es. Una persona, que a pesar de sus aciertos y errores, siempre priorizó la franqueza, es un tipo sencillo, humilde y alegre. La originalidad de él, no la tiene nadie…Eso lo hace ser un genio.